sábado, 13 de marzo de 2021

UN AÑO DE PANDEMIA

 


Hoy, hace un año de aquel día que se decretó el estado de alarma en el país y con ello empezó el confinamiento que duró varios meses. Un año después, poco recordamos de aquellos días de incertidumbre, tal vez sea porque no queremos recordar, aquellos días de inseguridad, miedo y desasosiego, ante algo nuevo que no sabíamos cómo sobrellevar.


Ahora recuerdo, cómo la gente hacía acopio de todo, como si el mundo se fuera acabar, yo trataba de evitar las largas colas de espera y me levantaba muy temprano, para entrar el primero en el banco o el mercado y así evitar las aglomeraciones, recuerdo cuando iba al pueblo de al lado a comprar tabaco porque allí no había cola en el estanco. La Autovía estaba desierta, algunos días no me cruzaba con ningún coche, si acaso algún camión a gran velocidad, aprovechando la inexistencia de tráfico de la normalmente abarrotada carretera, esos agitados y bulliciosos polígonos industriales y comerciales en completa soledad, interrumpida sólo por los abundantes coches de policía, que se limitaban solo a dar vueltas a baja velocidad, sin un rumbo fijo, lo único que rompía esa sórdida y apocalíptica tranquilidad era el ruido de las industrias cercanas que se oían más que nunca y seguían largando contaminantes por sus chimeneas. Era una sensación extraña, de soledad y pesadumbre, con la mirada perdida en la yerma carretera pensaba en la película esa de Will Smith: El último hombre, esa que iba a todos lados con su perro, porque un virus había convertido a toda la peña en zombies, "sensaciones extrañas, insólitas que nunca pensé vivir".


Con el confinamiento, llegaron muchos momentos inverosímiles, la gente salía a los balcones tratando de mostrar su solidaridad, hacia aquellos que tenían que seguir trabajando para salvar las vidas de la gente contagiada. Igual solo buscaban un poco de interacción humana con los demás, algo a lo que estábamos acostumbrados, unos cantaban, otros mostraban sus creaciones artísticas y otros nos martirizaban todos los días con el Resistiré del Dúo Dinámico, entre palmas de apoyo a no sé qué. Porque la solidaridad esa que mostrábamos día a día en nuestros balcones, acabó en el primer minuto en que nos desconfinaron sin pensar que esto no había acabado.


Recuerdo que luego vinieron las mascarillas, como ya había para todos las hicieron obligatorias. Esto de las mascarillas sé que era una novedad para muchos,  los que trabajábamos con ellas a diario sabíamos que hay que seguir algunas normas básicas para que sean efectivas, a saber: no se les puede hacer un agujero para meter el cigarro, no te las puedes quitar y dejarlas encima del mostrador, cuando vas a comprar para que te entienda el vendedor, no estar todo el rato quitándotelas y poniéndotelas con las manos con más mierda que la panza de un borrego, la gente decía que se asfixiaba, que se les empañan las gafas y diferentes excusas más para no ponérselas, al final casi todos nos acostumbramos a ellas y un año después parece que nos hemos dado cuenta de que salvan vidas y todos vamos enmascarados. "Ni en el sueño más loco imaginé, que iba a entrar al banco enmascarado a pedir dinero."


Este año también va a pasar a la historia, como el año del Hidrogel, en el que aprendimos a lavarnos las manos, "yo no las había tenido tan limpias en mi vida" con esto de virus hay que tener mucha higiene, a ver si se enteran esos que le cantan los alerones más que un jilguero de concurso, que por otro lado no sé porque hay que lavarse tanto las manos, si el virus se transmite por el aire, ni que respirásemos por la piel como las salamandras, o tuviéramos las narices en los dedos, no sé no lo entiendo aun.


Cuando llevábamos un par de meses de confinamiento, empezaron a salir los conspiranoicos, con sus extrañas teorías sobre la pandemia, algunos decían que esto del virus es una invención de los laboratorios farmacéuticos para vendernos medicinas, otros que si un chino se ha comido un murciélago de las espesuras de la selva, otros que ha sido el Trump o Bill Gates, los del PP dicen que han sido los comunistas para cargarse al rey emérito que tiene un huevo de años y así un montón de versiones. Me da a mí la impresión que lo que pasa realmente no lo vemos, somos un poco ineptos aunque no lo parezca. Y es que el alarmismo que crea esta gente ya ronda la estupidez, algunos no hacen más que repetir lo que van hacer cuando todo vuelva a la normalidad. Que digo yo que seguirán igual de capullos que siempre, porque no han sido normales nunca.


Luego llegaron las desescaladas, el distanciamiento social, las franjas horarias, donde cada grupo de población tenía unas horas para hacer deporte, salir a pasear o sacar a los niños y que no cumplía ni Dios, no sé si porque no se enteraban con tanto cambio o porque no les daba la gana enterarse, me llamaba la atención esa gente, que estaba en la calle quejándose de que había mucha gente en la calle, cuando ellos también estaban en la calle. "no lo entiendo."


Después empezaron los políticos, a crear un clima de crispación y lucha continua contra el gobierno, que es al que parece que hay que derrocar en vez de al virus, convocaron caceroladas, manifestaciones etc. Mientras la gente seguía muriendo, así llevamos un año donde algunas Comunidades Autónomas, hacen todo lo contrario a lo que recomiendan los científicos, esto pone de manifiesto que la hegemonía de unos pocos, está por encima de la estabilidad de un país. Mientras miles de negocios estaban cerrados, cientos de miles de personas perdiendo sus trabajos o su medio de vida, en medio de una total indefensión, estas elites se dedicaban a extender el virus por todo el país al ser poseedores de salvoconductos para poder viajar, irse a cazar, esquiar o darse un paseo en su yate de Sotogrande.


Me podía seguir extendiendo, porque este año ha dado para mucho. Al final llegaron las vacunas, lo que nos da un poco de esperanza. Obviamente la magnitud del problema sigue siendo inmensa. Lo que llegó, ha llegado y es algo que ha venido para quedarse, es algo que nos ha cambiado a todos. Han sido muchas familias rotas, muchas personas muertas en soledad, sin poder despedirse de sus personas más allegadas, sin tener un entierro como a sus familiares les hubiera gustado. Es algo que no debemos de olvidar, es algo que debe hacernos cambiar, nadie, ningún país está preparado para luchar contra una pandemia, pero sí sabemos cuál debe ser el horizonte, más ciencia, más sanidad pública, más servicios sociales públicos, más recursos económicos, más solidaridad, para poder hacer frente a situaciones inesperadas.

No debemos olvidar a todas las personas que han fallecido y el dolor que han dejado. Y dar las gracias a quienes han estado al pie del cañón haciéndonos un poco más llevadero este año tan extraño y triste.

CREO QUE PODÍAMOS HABERLO HECHO MEJOR. QUEDAREMOS PARA LA HISTORIA,
 COMO ESA GENERACIÓN A LA QUE NOS PIDIERON QUEDARNOS EN CASA SIN HACER NADA 
Y NO LO SUPIMOS HACER.